ATARDECER EN EL HOTEL VI (final)
Es verano, en la terraza del Hotel presencio por casualidad una conversación entre un elegante caballero con un impreciso acento andaluz y una enigmática señora de edad indefinida a la que llama su musa.
Musa.- Entonces, ¿no hay salvación, ni paraíso, ni evasión para el enorme dolor que nos produce ser humanos?
Poeta.- Me temo que no, además si alguien sueña con el paraíso celestial, habrá que volverle a la realidad, aunque eso sea doloroso. La vida no es más que un sufrimiento que tenemos la suerte de poder compartir solidariamente. Una manera que tuve de decirlo: No duerme nadie, pero si alguien cierra los ojos, ¡azotadlo!, hijos míos, ¡azotadlo! Haya un panorama de ojos abiertos y amargas llagas encendidas.
Y en lo que se refiere a los espectáculos de evasión, quise explicar con mucha claridad los mecanismos teatrales que llevan al engaño en los mismos. Diciendo: No duerme nadie por el mundo… Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, abrid los escotillones para que vea bajo las luna las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
Musa.- A partir de ahí, consecuente con tu visión radical, como si fueras un héroe clásico te preparaste para la apoteosis.
Poeta.- Al fin, la profunda imaginación general existente entre las personas, que es como yo veo a la luna, pudo centrarse en la forma pura de los instintos. Y lo dije claro: La luna pudo detenerse al fin [por] la curva blanquísima de los caballos.
Aunque era consciente de que lo que buscaban los hipócritas mercaderes de la literatura, era a ese intérprete virtuoso de antiguas formas poéticas para que les diera negocio: Entonces se oyó la gran voz y los fariseos dijeron << Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche >>.
Cuando vieron mi apuesta nueva, maldijeron la voz que les turbaría la conciencia: Esa maldita vaca, maldita, maldita, maldita, no nos dejará dormir, dijeron los fariseos.
Y se fueron a lo suyo seguidos por el grueso del mercado y de los adoctrinados engañados. Mientras la sangre los seguía con un balido de cordero.
Musa.- Recuerdo que te pusiste a escribir para zarandear hasta el final de la Tierra y que saliera el polvo que allí tenían enterrado. Yo lo leí así en : Fue entonces y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla.
Poeta.- Todo esto lo escribí entre los principios de agosto y el 18 de octubre de 1929. El jueves siguiente fue el llamado jueves negro en Wall Street. El mundo ya no fue igual. Pero por fortuna yo ya poseía una nueva posición desde la que retratar el horror y ofrecer una salvación.
NOTA.-
Todos los extractos citados pertenecen a los siguientes poemas del libro de Federico García Lorca Poeta en Nueva York: El rey de Harlem, Norma y paraíso de los negros, 1910 Intermedio, Fábula y rueda de los tres amigos, Poema doble del lago Eden, Cielo vivo, Vuelta de paseo, Muerte, Nocturno del hueco, Ciudad sin sueño, Crucifixión. Están citados en orden cronológico en que se escribieron, según las últimas investigaciones. Las grandes obras teatrales escritas por Lorca (El público, Bodas de sangre, Yerma, La casa de Bernarda Alba, Doña Rosita la soltera…) y los poemarios (Diván de Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Seis poemas gallegos, Sonetos del amor oscuro…) fueron escritos en los seis años siguientes a estos poemas.