Habla ahora un Toledano que es militar. Piropea de forma descarada a la camarera que sirve el desayuno. Le dice que tiene un cutis floral, que posee una mirada que incluso domina las tempestades, que su rubio cabello es de oro y lo bien que luce sobre su precioso cuello.
Todos le conocen por «El Martes» por lo del dios de la guerra (Marte). Pero como buen general, nada más tener a la chica conquistada, le suelta un sopapo dialéctico de cuidado, explicando a la muchacha que o se espabila, o antes de darse cuenta peinará canas y no habrá disfrutado de la vida, que el tiempo pasa deprisa según es su costumbre.
En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
Garcilaso (1500-1536)
Julio Alcalá