Ratilla de biblioteca
En 17 mayo, 2017 | 2 Comentarios

Desde muy pequeña siempre me han interesado los libros. De mi hermano heredé la colección de libros de Barrio Sésamo. No sé si él les hizo mucho caso pero desde luego yo los exprimí todo lo que pude. ¿Qué Coco nos enseñaba una receta para hacer galletas? Pues le pedía a mi madre que cocinara conmigo. ¿Qué la Gallina Caponata (si, en mi época aún era gallina y no Paco Pico como ahora) te proponía hacer una marioneta con un calcetín viejo? Pues yo buscaba en la cómoda de mi padre algún calcetín desparejado o roto para hacer con él mi marioneta.

Después llegaron a mis manos los libros de “¿Dónde está Wally?”. El primero me lo compró mi madre el Día del Libro en unas casetas que ponían en mi barrio. Me pasaba horas buscando a los personajes y objetos que el autor nos proponía encontrar al final del libro, porque a Wally lo encontraba en seguida, por supuesto.

Años después comencé a coleccionar los tebeos de Barbie. Me encantaba leer las historietas de Barbie, Ken, Skipper y compañía. Solía, además, continuar las historias que dejaban abiertas en los comics con mis muñecas barbies y mi amiga Vanesa. Llegamos incluso a empezar a escribir una novela cuya protagonista era Chabel, la versión pobre de Barbie que la empresa Feber sacó al mercado en los años 80. Si Barbie tenía un comic, pues Chabel una novela.

En mis años de colegio tuve la suerte de tener profesores que fomentaban la lectura. Recuerdo pasar por la biblioteca de la escuela una vez cada quince días para elegir un nuevo libro que leer. En quinto de primaria ya nos habíamos leído la mayoría de las novelas infantiles y juveniles que había en la biblioteca así que a nuestra  profe se le ocurrió una idea genial, cada uno llevaríamos un libro nuestro y nos los iríamos intercambiando entre los alumnos.  Lo mejor fue que una compañera trajo un libro titulado “Para abrir, hundir aquí” en el cual se describía cómo su protagonista perdía la virginidad en un campamento de verano. Claro, con once o doce años el sexo es un tema tabú y sobre el que tienes un desconocimiento casi total, al menos en mi época, por lo que aquel libro suscitó mucho morbo y curiosidad en clase.  Recuerdo que era un secreto entre los compañeros, vivíamos con el miedo de que la profesora se enterara y retirara el libro de circulación.

Por aquella época devoraba todo tipo de literatura y la biblioteca de mi colegio se me quedó pequeña. Comencé a frecuentar la biblioteca municipal de mi barrio, primero para coger libros y luego para estudiar allí por las tardes. Para mi aquello era un paraíso lleno de títulos y de posibilidades. Me convertí en una ratilla de biblioteca a una edad muy temprana.

Algún tiempo más tarde, un día llamó a la puerta una señorita muy simpática que venía a explicarnos una nueva manera de comprar cultura a domicilio; tú elegías un artículo de una revista que ellos te mandaban, lo pagabas y te lo traían a casa. ¡Así de cómodo! Con el único compromiso de hacer una compra mínima cada dos meses. A mi madre le pareció una idea genial, o puede que la señorita hablara muy bien y la convenciera, el caso es que se apuntó. Yo, que con unos 12 o 13 años era la única en mi casa que solía leer, me froté las manos… ¡Un libro nuevo cada dos meses!  Y así fue como me hice con la colección entera de Manolito Gafotas, gracias a los señores de El Círculo de Lectores.

Siendo ya una adolescente me obsesioné con los clásicos: Bécquer, Larra, Luis Cernuda, García Lorca, Pablo Neruda…  Y en los años de universidad llegaron a mi vida Gabriel García Márquez, Rosa Montero y Almudena Grandes.

Sin duda he sido una afortunada, no todo el mundo tiene la suerte de amar la literatura desde siempre. Algunos la descubren tarde y otros, pobres desgraciados, nunca.

 

 

 

 

 

Comentarios2
Julio Alcalá Publicado 17 mayo, 2017 at14:46   Responder

Enternecedor, que alguien tan joven hable de su pasado lector.

Raquel Acosta Marrupe Publicado 18 mayo, 2017 at16:27   Responder

¡Gracias Julio! Por lo de joven sobre todo. Yo creo que a los libros hay que amarlos desde niños, no imagino mi infancia sin libros. Espero que te haya gustado es post. Un saludo.

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