Es curioso comprobar como en el sueño se continúan describiendo los lugares y situaciones que de alguna forma ayudan al soñador espíritu errante a sobrellevar su vagabundeo. Incluida la especial forma de echar una mano a las almas que vagan por los sueños, que posee la noche.
Puede que nos quede
un árbol al borde de la pendiente,
al que diariamente visitábamos;
la calle por la que íbamos ayer,
junto a la fidelidad de algún hábito malcriado
que se pegó a nosotros y no nos dejó.
¡Ah! y la noche,
esa en la que el viento del vacío espacial
nos pule el rostro a los espíritus.
En la que no se permanece,
la anhelada, el dulce desengaño,
aquella que de los corazones especiales
está trabajosamente próxima.
¿Es más leve para los amantes?
¡Bueno, ellos se tapan el uno al otro su destino!.
Al final su espíritu durante el sueño, le explica al poeta una posible solución. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Si fuéramos capaces de enviar nuestro vacío existencial al mundo de los espíritus sería de gran ayuda a las almas que allí habitan.
¡Cómo! ¿Aún no lo sabías?
Envía desde tus brazos tu vacío
hacia los espacios de aquí,
en el que lo espiritual respira;
así quizá los pájaros
puedan a ese aire así ensanchado
sentirlo de forma más personal.
Julio Alcalá
Julio’s Blog