Habla el último un madrileño que hace las veces de generoso anfitrión. Todo el mundo le conoce por su doble personalidad. Por un lado se expresa como un cura, siempre hablando de Dios, del alma, los muertos y la vida eterna. Aunque los que le conocen bien, como sus compañeros de hoy en día, saben que es un personaje vital y divertido, y que disfruta con sus amoríos y correrías como el primero. En el fondo le llaman señor domingo, porque en él conviven la posibilidad de estar en misa y repicando. En un gesto de prestidigitación, le quita una calavera al inglés, que seguramente la tenía para una obra de teatro que iba a representar, y dirigiéndose a la camarera le suelta lo siguiente:
Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura de estos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que, mirándola, detuvo.
Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos;
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.
Aquí la estimativa en que tenía
el principio de todo movimiento,
aquí de las potencias la armonía.
¡Oh, hermosura mortal, cometa al viento!
¿dónde tan alta presunción vivía
desprecian los gusanos aposento?
Lope (1562-1635)
Saludos.
Julio Alcalá
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