Con solo ocho años descubrí el significado de la poesía ya que en mi cas no se hablaba ni se comentaba otra cosa que los poemas que mi abuelo Pepe escribía. Largas eran las horas en las que me sentaba en el despacho con música clásica y sin más ruido que las teclas de una vieja máquina de escribir de padre segorbino, madre castellonera y abuelos labradores. Empecé a tener afán por la poesía cuando apenas era un niño y mi abuelo me hacía leer los romances que él escribía. Las segundas letras las aprendí aquí en Castellón, en mis ratos libres intentaba plasmar lo que veía en mi casa o aquella vieja anécdota que marcó mi niñez, pero la inocencia de un niño aquellas composiciones nunca llegaron a cuajar. Como referencia tenía a mi gran abuelo Pepe, mentor de alguna que otra obra al uso y jurado de aquellas letras que con tanta vergüenza componía para que él luego me las supervisara. Desde niño me gustaba escuchar anécdotas que me contaba la gente mayor para luego, en mi intimidad, poder componerlas con algún toque de humor.