Desde que era pequeña, tenía muy claro a lo que iba a dedicarme y quería irme a Barcelona a estudiar. Ansiaba que llegará el momento de irme para poder hacer lo que más me gustaba. Era como un sueño que nuca llegaba, pero al final llegó.
Después de hacer bachillerato y selectividad (me vino genial cundo quise estudiar psicología) llegó ese ansiado momento, y yo más feliz que una perdiz, estudiando lo que realmente me llenaba. Empecé con estética, después quiromasaje, reflexología podal y drenaje linfático.
Tres años después y muchas horas de trabajo en un balneario, decidí que me tomaba un descanso y me puse manos a la obra con la psicología, lo cual me vino genial, ya que para estar trabajando con personas que se dejan en tus manos es ideal saber cómo lidiar con ciertos temas.
Cuatro años estuve combinando las dos cosas. Iba haciendo mis trabajos de estética, pero estaba metida de lleno con la cerrera. hasta que llegó el momento de enfrentarse al examen para se PIR (Psicólogo Interno Residente) ese temido examen al cual tienes que dedicarle media vida, para poder tener una plaza de residente en un hospital durante solo 4 años.
Un año entero estudiando, viajando a Santiago de Compostela porque estaba la mejor academia para preparármelo... un sacrificio que todos los que estéis leyendo esto , y os hayáis enfrentado a un examen así, comprenderéis.
No saque plaza aquel año, por lo que tenía que volver a empezar y con 26 años tenía que plantearme muchas cosas. No podía estar un año más estudiando exclusivamente, necesitaba trabajar, así que tenía que tomar una decisión.
Y así es como volvemos al principio. Tomé yo misma la decisión, nadie me dijo lo que tenía que hacer o dejar de hacer y esto es algo de lo que estoy muy contenta. Cuando digo que nadie me dijo lo que tenía que hacer no signifíca que no pidiera consejo. Claro que lo he pedido siempre, a los más queridos para ayudarme a tomar la decisión, pero desde luego que la última palabra ha sido la que he considerado la mejor para mi futuro.
Pues bien, decidí que tenía que trabajar. El examen estaba ahí y podía seguir estudiando, pero a la vez que hacía más cosas. Así que mientras daba clases en una academia, también iba haciendo mis trabajos de estética y maquillajes a amigas que lo necesitaran. Fue como empezar de cero, pero no me importaba, estaba haciendo lo que me gustaba y esa era mi prioridad, a la vez que se convertía en mi trabajo.
En esa época fue cuando empezaron a aparecer los blogs, espacios donde, la mayoría chicas, ponían sus looks a diario, donde compartían su día a día y por lo visto cada vez tenían más auge. Así que pensé: "podría abrir yo uno y así ir mostrando mis maquillajes, por lo que los verá más gente y puede que tenga más trabajo..."
Y fue cuando nació "MAKEUPNINE", un blog de maquillaje y belleza donde compartía los maquillajes que hacía a mis amigas y a mi misma, donde las chicas podían entrar a cotillear y si les gustaba lo que veían, podían ponerse en contacto conmigo para que las maquillara a ellas también.
Poco a poco y gracias al blog y al boca a boca, fuí teniendo más y más trabajo y hoy en día puedo decir que me dedico casi exclusivamente a esto, sin tiempo ni para comer un sábado de bodas y con una sonrisa de oreja a oreja cada vez que tengo que coger una brocha.
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